
Pero no todas las grandes construcciones de Peñaranda se encuentran en su Plaza Mayor, también hay llamativos edificios religiosos a las afueras. Destaca el Convento de las Madres Franciscanas Concepcionistas, fundado por los Condes de Miranda, o el Convento del Carmen, en cuyo interior aún se conservan retablos del siglo XVII.
El Castillo de Peñaranda nació con fines militares defensivos en la Edad Media. Junto a él se construyó una muralla que rodeaba casi toda la villa, de la que actualmente se conserva una parte que bordea la carretera, y dos de las tres puertas de acceso.
Como curiosidad, en Peñaranda de Duero se encuentra la farmacia más antigua de España. Fue fundada por Lucas Ximeno en el siglo XVIII y actualmente sigue abierta al público.
Historia de Peñaranda de Duero
Tamara González
Peñaranda de Duero se sitúa en la margen derecha del río Arandilla, afluente del Duero. La villa burgalesa tiene un casco medieval en la que se encuentran entremezclados los edificios de culto religioso y las construcciones señoriales con el resto de viviendas de los vecinos.
La Plaza Mayor, que data del siglo XVI, es famosa por la belleza de sus casas con soportales. En esta plaza se reúnen los principales monumentos del municipio: la Colegiata de Santa Ana, el Rollo de Justicia o el Palacio de los Condes de Miranda, que obra renacentista encargada por Francisco de Zúñiga y Avellaneda a comienzos del siglo XVI.





Los Avellaneda fueron los señores de la villa desde el siglo XIV. Al emparentarse con los Zúñiga, convirtieron a Peñaranda en el centro de su mayorazgo. El tercer conde de Avellaneda y Zúñiga fue el que transformó a Peñaranda de Duero en una villa condal con la construcción de un palacio, el Monasterio de las Franciscanas Concepcionistas y el Hospital de la Piedad. Tras su muerte, su esposa impulsó la construcción de la Colegiata de Santa Ana enfrente del palacio, conformando así la Plaza Mayor.
La vinculación del sexto conde con Felipe III, asentado en Valladolid y Madrid, provocó que el palacio dejase de ser la residencia habitual los Avellaneda y Zúñiga y se llevaran consigo las reliquias y objetos más valiosos.