
Museo de las Villas Romanas de
Almenara-Puras
Francisco Javier Carrión
Desde que fue construida, la carretera N-601 ha visto pasar sobre su asfalto millones de vehículos que se dirigían hacia Valladolid o hacia la capital de España. Lo que no todos saben es que “la Nacional”, como la llaman por la Pucela rural, dirige a otros muchos parajes recónditos que de vez en cuando captan la atención de los viajeros. Seguramente, si alguien les hablara de lugares como Almenara o Puras, probablemente arquearían las cejas mientras los buscan en Google y se preguntan qué clase de ermitaños pueden habitar en pueblos tan diminutos.
Si bien Almenara y Puras apenas reúnen unas decenas de habitantes entre ambos, lo cierto es que en su entorno vivió hace 1.500 años una pequeña parte de una legión que mantuvo Europa bajo su poder durante más de cuatro centurias. Esa porción de terreno que en el siglo IV fue propiedad del mismo Imperio Romano hoy se halla bajo los cimientos del Museo de las Villas Romanas de Almenara-Puras.
Este atractivo monumento, con un eterno nombre que recuerda al del aeropuerto de Madrid, fue fundado oficialmente el 5 de mayo de 2003, aunque sus orígenes se remontan hasta 1887, momento en que se tuvo noticia de la posible existencia de toda una villa romana bajo unas tierras de labranza. Sin embargo, no sería hasta más de medio siglo después cuando se empezaron a realizar los primeros trabajos.
Cuentan los lugareños que el dueño de dichas tierras emprendía un día su jornada como otra cualquiera cuando, de repente, el arado se le enganchó en un objeto atípico para el terreno con el que bregaba a diario. En el momento en que se percató de que su arado había topado con todo un mosaico romano, decidió parar la máquina y dejar que acotaran la zona. En 1969, el terreno pasó a ser propiedad de la Diputación de Valladolid.
Por aquellos años, Manuel Gómez, natural de Almenara, se enteró de primera mano del hallazgo de las excavaciones, ya que es hijo del que era alcalde del municipio por aquel entonces. Gómez recuerda cómo, cuando tenía diez años, su padre iba a las tierras cada vez que se necesitaba ayuda para inspeccionar y excavar en el terreno. Sin embargo, destaca que ese lugar estuvo abandonado durante mucho tiempo, lo que dio lugar a que más de uno quisiera llevarse a casa su pedacito de Historia. “Algunas veces había un guarda, que lo tenía controlado [el terreno] durante el día, y otras no porque se acababa el presupuesto”, cuenta Gómez a El Anfitrión. Aunque llegó a haber quejas por parte de los vecinos, nadie llegó a controlar seriamente el lugar hasta unos años después.
Declarado Bien de Interés Cultural en 1994, esta joya de la Historia romana recibe visitas guiadas desde su fundación en 2003. En un principio, el único baluarte de este museo de 1.800 m2 era la propia villa romana, cuyos rincones pueden observarse desde una elevada pasarela. Patios, habitaciones, mosaicos, pinturas originales e incluso maquetas de los arqueólogos que han operado en la excavación están a la vista de cualquier persona con curiosidad por aprender sobre la cultura romana y su forma de vivir.
En 2007 llegaría la hermana menor del museo: la Casa Romana. En ella se recrea una lujosa residencia de una villa bajoimperial que se puede visitar a través de ocho espacios. Las termas, el patio ajardinado y el gran comedor son salas que despiertan en uno las ganas de vivir en un rincón como este, aunque su diseño date de los tiempos de Teodosio I. Sin embargo, el visitante se puede llegar a compadecer al ver las estancias y las condiciones en las que vivían los esclavos de los propietarios de estas mansiones.
En palabras de Teresa Redondo, una de las guías del museo, la Casa Romana es “una maqueta a tamaño real muy instructiva y didáctica, donde el visitante ve la edificación y se hace una mejor idea de cómo eran las casas de la época”. Está destinada sobre todo al público infantil, aunque también puede hacer las delicias de los más mayores.
Por si fuera poco, parece que el plato fuerte de este Bien Cultural está todavía por llegar. Hace tres años, cuando se colocaba una marquesina en el parque infantil tematizado del complejo, se descubrieron los restos humanos de una mujer. Esta casualidad llevó a los responsables del museo a pedir dinero a la Diputación de Valladolid, que durante tres años ha proporcionado las cantidades necesarias para intervenir en la zona, tarea en la que ha participado personal universitario. Todo apunta a que se puede estar ante el descubrimiento de una necrópolis.
Los trabajos, que comenzaron con Margarita Sánchez Simón como directora técnica de la excavación, han ido dando poco a poco sus frutos. Ya se han encontrado unos diez restos y una tumba vacía, pero Teresa no descarta que el premio gordo aparezca en cualquier momento. “Si siguen excavando, es porque tiene que haber más”, explica la guía del museo, que también ha aclarado que no ha habido ningún tipo de problema con el dueño de las tierras en las que se están llevando a cabo los trabajos.
Coches, camiones, motos y alguna que otra bicicleta pasan día tras día por la N-601, aburridos por la rectitud de esta travesía en el desierto que parece no tener fin. Sin embargo, de vez en cuando algún alma ávido de cultura y de aprendizaje decide hacer un alto en el camino en este oasis en medio del campo castellano. Algunas personalidades importantes en Castilla y León, como Cecilio Vadillo, Jesús Julio Carnero y Javier Pérez Andrés ya han visitado sus rincones. ¿Te lo vas a perder?
HORARIO DE APERTURA:
Del 1 de abril al 30 de septiembre
Martes a domingo: 10.30 a 14.00 horas y 16.30 a 20.00 horas
Lunes cerrado (excepto festivos)
Del 1 de octubre al 31 de marzo
Martes a domingo: 10.30 a 14.00 horas y 16.00 a 18.00 horas
Lunes cerrado (excepto festivos)
Cerrado 24, 25, 31 de diciembre y mes de enero.


















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